Llegó por fin,
impertérrita y lozana,
despacio y sutil,
al despuntar el alba.
Cubrió mi perfil
con sedas blancas,
con tules de añil
rebozó sus alas.
Dijo: tenía que venir.
Dije: yo te esperaba.
En su abrazo me estremecí,
a sus labios me entregaba
y no supe qué decir
al ver en su mirada
los sueños por vivir,
las ilusiones, las esperanzas.
Mirando al cielo agradecí
que llegaras... Confianza.
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