Sí...
Ya recogí mis lágrimas,
las últimas estaban escondidas
junto al florero roto.
No...
me quedo en la ausencia
para no volver
a ver el mar
y sus cantos de sirena,
a imaginarte
desnuda en mi alcoba,
a amar en la distancia
la sombra del destino...
Dentro,
la luz de las brasas
de un corazón encendido.
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