Poemario de una vida

martes, 22 de noviembre de 2016

Vencido

Blanca espuma enredada
entre soledades,
puchero de la tristeza.
Rompe el fuego la nostalgia,
ahogada en el recuerdo.
Y hiela el corazón,
peregrino de tu silencio.
¡Muere, muere, muere!
Las olas ya no llegan
a mi ribera,
en alta mar se quedan
inmóviles,
petrificadas
tal si fueran una roca de agua.
Era entonces su fragancia
el veneno en mi sangre,
la cicuta del poeta
escondida en sus versos.
¡Muere, muere, muere!
Sin epitafio y sin nombre
el túmulo en tierra de nadie
(sin sol que lo alumbre,
sin flores que lo velen)
repele el brillo del dolor.
No hay resurrección
para los solitarios desesperados.
¡Muere, muere, muere!
El enemigo -no por ellos- ha vencido.

©Miguel Ángel Flórez Rubio

sábado, 19 de noviembre de 2016

Brillante amor

Entonces también,
sin sombra o sin luna,
apenas tenga un haz
y el recuerdo de tu aroma
en mi mente dispersa y mutilada.
Entonces también
verás brillar mi amor
en mis ojos borrachos de ti,
en mis manos adictas a ti,
en mi pecho devoto a ti,
en mi esencia volcada en ti.

©Miguel Ángel Flórez Rubio

sábado, 12 de noviembre de 2016

Copulación corrupta

Copula en mi espíritu
la fuerza de la ira.
Y engendra el cigoto.
La gestación es instantánea.
Nace soberbio
con las semillas
incrustadas en su centro.
Y espera la ocasión
para derribar la voluntad.
¡Corre que viene!

©Miguel Ángel Flórez Rubio