Querubines flecharon
tu pálpito idolatrado
y en el ara sacrificaron
los vestigios del bien amado.
De “todo” me queda un “nada”
que pesa y resuena enorme,
si viene Caronte en su barca
dejaré que en el sueño me lo robe.
Después quemaré esta pluma
que sangra palabras y versos
y cuando el sol levante la bruma
me marcharé lejos... muy lejos...
donde la mar nunca hace espuma.
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