
venza en tus párpados
y en tu pecho sereno
refluya el encanto
que los duendes del bosque
sembraron antaño,
después que la luna
abanique tu espacio
y los brotes del alba
acaricien tu manto
abrevando a tu sueño
con polvo de mago,
después que las hadas
se mezcan en tu brazo
desplegando su estela
de amor anudado,
después te abrazaré yo
y tu beso anhelando
esperaré a que despiertes
acurrucado a tu lado.