Rizo de ola, de caracola,
que con pasión decora
tu alba frente.
Salpicas tu beso
por el espacio verde
de los mansos prados
que de tu pecho prenden
y alborotas mi reflejo
cuando en tus labios emerge
la caricia que me apresa
si dices que me quieres.
Recoge las ausencias,
las finas hebras del recuerdo
y guárdalas ordenadas
en el álbum de momentos.
Ponle marcas a las páginas
con sus cálidos besos,
con flores de retama
y con el sabor de su cuerpo.
Luego consume despacio
mezclado con vino su veneno,
almizclado y denso,
y vente conmigo al Infierno
a olvidar sus ausencias
y matar su recuerdo...
Nunca... es demasiado tiempo,
si no te hubiese conocido
quizá no me importara...
El tiempo es un asesino
rudo e inexorable
que amenaza con alcanzarme
entre los guijarros de mis penas.
Ahora intentaré un quiebro
para retomar mi destino
al amparo de tus ojos,
sin miedo al tiempo
y sus perros rastreadores,
mirando al amanecer
confiado y contigo.